En pocos años el cannabidiol (CBD) ha pasado de ser un compuesto desconocido a abanderar toda una nueva industria del cannabis, convirtiéndose en el cannabinoide de moda.
Su interés científico ha revelado que no sólo contiene propiedades medicinales, sino que también puede ser muy útil para atenuar los efectos adversos del propio THC, obteniéndose una marihuana más sostenible y una alternativa de consumo para aquellas personas que prefieren un efecto más relajado.
Así que si estás interesado en conseguir en tu cultivo grandes cantidades de CBD de la manera más sencilla, aquí te presentamos una apuesta ganadora.
Los bancos de semillas ya ofrecen muchas variedades ricas en CBD. Pero es difícil encontrar una opción más equilibrada que la nueva CBD Northern Lights de Seedstockers, una genética de alto contenido en CBD y por debajo del 0,5% de THC que puedes cultivar sin dificultades en interior, exterior o en invernadero.
Frute del cruce de una CBD Critical XXL con la famosa variedad de cannabis Northern Lights, una de las genéticas más queridas por los amantes del cannabis índica, se trata de una planta de floración rápida de 8 semanas, de olor y sabor increíblemente dulces y terrosos, con algunos tonos gaseosos; y de gran rendimiento y resistencia, gracias a su estructura realmente compacta, plagada de hojas anchas.
Y, sobre todo, una genética que viene cargada de CBD, el cannabinoide que está sirviendo de punta de lanza para la legalización de la marihuana medicinal en el mundo.
El CBD es el principal cannabinoide no psicoactivo del cannabis, por lo que se está investigado mucho por su potencial terapéutico, ya que puede usarse para tratar desde la epilepsia hasta la inflamación, pasando por otros trastornos físicos y neuropsiquiátricos comunes.
El CBD afecta a nuestros cuerpos al unirse a los receptores que se encuentran en la superficie de las células. Estos receptores actúan como “cerraduras de acceso” a las células; y cuando se activan mediante compuestos que encajan en esas cerraduras, le dicen a la célula qué hacer o no hacer.
En el caso del sistema endocannabinoide humano, los más importantes son los receptores CB1 y el tipo 2 (CB2). A diferencia del THC, que interactúa más ampliamente con estos dos receptores, el CBD tiene poca afinidad de unión por ellos.
En cambio, parece modular varios receptores no cannabinoides, como los receptores de serotonina, que se sabe que influyen en el dolor, el estado de ánimo y el sueño; o los receptores TRP, sensores celulares que detectan cambios en el entorno. Incluso también actúa a través de varias vías independientes del receptor.
Es pues un compuesto tan versátil en su forma de actuación que la gran cantidad de consumidores que lo usan para tratar problemas de salud es una prueba viviente de ello.
El CBD se produce por la transformación de su versión ácida, el CBDA, que se desarrolla a partir de “la madre de todos los cannabinoides”, el ácido cannabigerólico (CBGA) presente en la planta viva.
Una vez que se ha formado CBDA, se convierte en CBD mediante descarboxilación térmica, Este proceso puede ocurrir instantáneamente, como cuando el cannabis se fuma o vaporiza, o por degradación lenta con el tiempo si el material vegetal se deja reposar a temperatura ambiente.
Normalmente, el CBDA y las otras formas ácidas de cannabinoides no se consideran farmacológicamente activas. Esto se debe a que no afectan el sistema endocannabinoide de la misma manera que lo hacen sus formas descarboxiladas.
Pero nuevas investigaciones están comenzando a desafiar esta idea, apuntando el potencial de CBDA para actuar como agente antiinflamatorio o como un poderoso tratamiento para las náuseas y la ansiedad.
A pesar de ser abundante en el cannabis crudo, los consumidores no están expuestos a mucho CBDA, ya que se convierte en CBD mediante la mayoría de los métodos de consumo. Y el CBD no hace más que aumentar su popularidad por los beneficios que ofrece.
En la actualidad, el CBD se utiliza como:
Obtenemos mejores resultados si diferentes cannabinoides y terpenos actúan juntos que si los consumimos por separado, aislados del conjunto. Es lo que se denomina el “efecto séquito”. Y el efecto sinérgico más documentado de los cannabinoides ciertamente ocurre entre los dos más conocidos: THC y CBD.
Lo que parece ser más importante para los consumidores recreativos es el efecto calmante del CBD sobre el THC psicoactivo: es capaz de contrarrestar algunos de sus efectos secundarios, como la ansiedad, la sequedad bucal o la alteración de la percepción. Paradójicamente, aunque esta sustancia suaviza las consecuencias adversas del THC, también alarga su efecto en el tiempo, limitando la degradación del mismo en el hígado.
El efecto modulador de la marihuana con altos niveles de CBD produce una sensación más leve, relajante, menos psicoactiva y más sostenible, aunque a la vez, más dilatada en el tiempo. Por ello que las variedades ricas en CBD con ratios 1:1 o 1:2 (THC/CBD) producen un efecto más moderado que aquellas genéticas con altos niveles de THC sin apenas CBD.
Debido a que que apenas tenemos evidencias clínicas a favor del CBD, también carecemos de evidencias contra el CBD. De los pocos ensayos en humanos que se han realizado, no han surgido efectos secundarios graves concluyentes. Así que la Organización Mundial de la Salud (OMS) determinó a finales de 2017 que el cannabidiol no es una sustancia peligrosa y que cuenta con un gran valor para la medicina. También la OMS refrendó que el cannabidiol no causa adicción basándose en múltiples estudios.
Pero aquí hay que tener en cuenta el carácter bifásico del CBD. Esto significa que este compuesto en cantidades diferentes puede producir efectos opuestos, que incluyen náuseas, fatiga e irritabilidad, diarrea y cambios en el apetito y/o peso.
El CBD también puede aumentar el nivel en la sangre del anticoagulante warfarina. Por eso, sobre todo si estamos hablando de utilizarlo para el tratamiento de una enfermedad, es tan importante calcular la dosis correctamente.
Desafortunadamente, la respuesta no es simple ni sencilla. El estatus legal del CBD en Europa está definido por las regulaciones nacionales y de la UE. Pero la legislación y las opiniones de la gente están cambiando continuamente, por lo que las “reglas” que se aplican hoy podrían no ser efectivas mañana.
De hecho, el año pasado la opinión preliminar de la Comisión Europea sobre el CBD como estupefaciente se retiró después de unos meses. La Comisión cambió de opinión en noviembre de 2020, cuando el Tribunal de Justicia de la Unión Europea publicó una sentencia en la que declaraba que el CBD extraído del cannabis no debería considerarse una droga.
Por ejemplo, en todos los miembros de la UE y el Reino Unido, los productos cosméticos con CBD son legales si cumplen con la normativa cosmética aplicable. Por otro lado, los complementos alimenticios con CBD son un poco más complejos. Y las flores secas… ya entran en el terreno de la incertidumbre.
Como conclusión se desprende que el hecho de que un producto de CBD pueda venderse legalmente en un determinado país depende de muchos factores, como la clasificación del producto final, la fuente del CBD y, por último, pero no menos importante, de las regulaciones específicas de ese país.