La forma más utilizada a nivel mundial para consumir cannabis es la inhalación, sobre todo a través de la combustión y mezclando muchas veces las flores o la resina del cannabis con tabaco. Pero…¿Cuán saludable es esta práctica? En este artículo te explicamos todo lo que necesitas saber sobre este tema.
Según las estadísticas (1) (2), mezclar cannabis y tabaco es una costumbre típica de los europeos utilizada por el 77-90% de los consumidores, frente al 5-8% de los de Estados Unidos, el 7% de los de México y Brasil, el 16% de los canadienses, el 20% de los usuarios de Nueva Zelanda y el 51% de los de Australia.
Curiosamente, el tabaco es originario de América del Sur y su uso no fue conocido en Europa hasta el siglo XVI, cuando empezó la importación de este producto y la costumbre de fumar. Quizá justo por ser algo novedoso, el hábito de fumar tabaco se expandió en Europa más que en sus países de origen, involucrando también esta vía de consumo para el cannabis y la costumbre de mezclar las dos plantas.
La forma más frecuente de utilizar cannabis y tabaco mezclados es preparando un porro para fumar, ya que representa también la forma más frecuente de consumo de las dos sustancias por separado. Es común también mezclar cannabis y tabaco utilizando pipas más clásicas hechas de diferentes materiales (principalmente madera o vidrio), o pipas más específicas para cannabis como pueden ser las de agua y los bongs.
Sin embargo, mezclar el tabaco con el cannabis no es una condición sine qua non para utilizar estos artilugios; dependiendo de la capacidad y del tipo de material utilizado para consumir, las pipas pueden representar una herramienta cómoda para facilitar el consumo de cannabis sin mezclarlo con tabaco.
Existen diferentes razones por las cuales los usuarios de cannabis deciden mezclarlo con tabaco:
– Popularmente existe la creencia de que el cannabis mezclado con tabaco tiene un efecto más fuerte, gracias a la interacción con la nicotina.
– Puede representar también una estrategia para que el efecto del Cannabis sea más ligero y/o consumir menos cantidad.
– Por razones económicas: el cannabis suele ser más caro que el tabaco, por ello, cuando se mezclan no se consume tanta cantidad del primero.
– Para los fumadores de tabaco, puede ser una estrategia para aprovechar el consumo de las dos sustancias.
– Por razones organolépticas, muchos usuarios de cannabis prefieren utilizar tabaco, sobre todo a la hora de consumir extractos como hachís, bubble hash y rosin.
Según el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT), mezclar cannabis con tabaco puede ser más perjudicial para la salud respecto a su consumo por separado, aumenta el riesgo de dependencia de las dos sustancias y dificulta reducir o dejar el consumo de ambas.
Por esta razón en 2015 se impulsó el proyecto EVICT (Evidencia Cannabis-Tabaco), un grupo de trabajo para el estudio y abordaje de políticas de control de policonsumo de Cannabis y tabaco. (3)
Existen diferentes riesgos para la salud a la hora de consumir cannabis y tabaco mezclados:
– El tabaco contiene nicotina, que estimula el sistema dopaminérgico influenciando los circuitos cerebrales del placer, por lo que es una sustancia que causa cierto grado de dependencia física y sobre todo psicológica, además de provocar alteraciones hormonales y cardiovasculares.
– El tabaco contiene miles de sustancias químicas, de las cuales muchas son reconocidas como tóxicas y cancerígenas para el organismo. Por esta razón, el tabaquismo se relaciona con una alta tasa de mortalidad.
– La combustión que se produce al fumar representa un proceso muy perjudicial para la salud del organismo ya que se crean radicales libres, unos compuestos que favorecen el envejecimiento celular, aumentan el riesgo de padecer cáncer y provocan problemas cardiovasculares como la hipertensión arterial, los accidentes cerebrovasculares y las enfermedades coronarias.
– El proceso del fumar afecta de forma directa el sistema respiratorio, pudiendo provocar problemas y enfermedades de las vías aéreas superiores (problemas bucales, de garganta o traqueítis), e inferiores (bronquitis, enfisema), aumentando el riesgo de padecer cáncer en todo el tracto respiratorio. Estos riesgos disminuyen al utilizar únicamente cannabis y no mezclarlo con tabaco (4).
– El consumo crónico de cannabis durante la adolescencia (15-20 años), puede afectar a los circuitos cerebrales relacionados con el estado de ánimo, con los mecanismos de recompensa y placer, además de algunas funciones cognitivas como la memoria y la atención. El consumo de tabaco, además de afectar algunas áreas cerebrales relacionadas con las emociones, facilita el consumo crónico del cannabis durante la adolescencia, pudiendo ocasionar en la edad adulta problemas emocionales y cognitivos. (8) (9) (10)
– La exposición a la inhalación pasiva, principalmente en ambientes cerrados, conlleva todos los riesgos mencionados, aunque en menor grado, pudiendo de esta forma involucrar a personas no fumadoras.
A pesar de los riesgos que acabamos de mencionar, también existen algunos estudios científicos que señalan ciertos efectos interesantes sobre la práctica de mezclar tabaco y cannabis. Por ejemplo, en 2009 se realizó un estudio (5) para medir la concentración de cannabinoides en el humo producido por la combustión de cannabis en su forma pura y también acompañado por tabaco. Los resultados mostraron, para sorpresa de los investigadores, que el tabaco podría aumentar la disponibilidad de los cannabinoides en hasta un 45%, confirmando así la hipótesis de que la mezcla de las dos sustancias favorece un mayor efecto psicoactivo.
Otro estudio (6) realizado en 2017, no encontró ningún efecto sobre los niveles de psicoactividad. Sin embargo, esta investigación sí que determinó que el tabaco podría ayudar a reducir los efectos perjudiciales del cannabis sobre las funciones cognitivas como la memoria, gracias a la actividad estimulante de la nicotina sobre el ritmo cardíaco y la presión arterial.
Este efecto beneficioso sobre la memoria ya había sido estudiado en una investigación anterior (7), en la cual se observó que los consumidores de cannabis mezclado con tabaco presentaban una mayor reducción en las estructuras cerebrales responsables de los procesos de memoria como el hipocampo, respecto a los consumidores de cannabis sin tabaco.
Para poder utilizar cannabis tratando de reducir o eliminar los riesgos asociados al consumo de tabaco y a la combustión existen diferentes alternativas y herramientas:
– Calidad del tabaco: existen diferentes marcas de tabaco, algunas caracterizadas por ser de cultivo ecológico y sin aditivos añadidos, que ayudan a reducir algunos de los riesgos.
– Tipos de filtro: existen muchas alternativas a los filtros huecos utilizados clásicamente, como filtros con carbón activo y filtros de plástico con esponjas de diferente densidad que pueden atrapar algunas de las sustancias nocivas producidas por la combustión.
– Utilizar otras plantas: el tabaco no es la única planta que se puede fumar y utilizar para mezclar con cannabis, existen otras como las hojas de gordolobo y las flores de marrubio blanco o manzanilla, que además son beneficiosas para los pulmones; las hojas de frambuesa, que ayudan a la desintoxicación de la nicotina; la Damiana, que es considerada afrodisíaca; el Romero, que aumenta el efecto antiinflamatorio; la artemisa y la lavanda o la menta y la melisa, que tienen propiedades relajantes, entre otros beneficios.
– Vaporización: este método hace es posible consumir cannabis a través de la inhalación evitando los riesgos asociados al uso del tabaco y la combustión. Los vaporizadores más recomendables son los que permiten utilizar flores y extractos, en cambio los cigarrillos electrónicos contienen líquidos de corte (como glicerina, propilenglicol, aceite C8-MCT), que pueden conllevar algunos riesgos para la salud (sobre todo pulmonar).
– Alternativas a la inhalación: una buena alternativa al uso inhalado es utilizar otras formas de consumir cannabis, como la vía sublingual o ingerida. A través del uso sublingual el efecto es mucho más duradero, por lo tanto, es muy importante dosificar con cuidado. Existen técnicas de microdosificación que pueden ser de gran ayuda para dejar de fumar.
1-https://www.globaldrugsurvey.com/wp-content/themes/globaldrugsurvey/results/GDS2017_key-findings-report_final.pdf
2 – Hindocha, C., Freeman, T. P., Ferris, J. A., Lynskey, M. T., & Winstock, A. R. (2016). No Smoke without Tobacco: A Global Overview of Cannabis and Tobacco Routes of Administration and Their Association with Intention to Quit. Frontiers in psychiatry, 7, 104
3 – https://evictproject.org/
4 – Tashkin D. P. (2013). Effects of marijuana smoking on the lung. Annals of the American Thoracic Society, 10(3), 239–247.
5 – Van der Kooy, F., Pomahacova, B., & Verpoorte, R. (2009). Cannabis smoke condensate II: influence of tobacco on tetrahydrocannabinol levels. Inhalation toxicology, 21(2), 87–90.
6 – Hindocha, C., Freeman, T., Xia, J., Shaban, N., & Curran, H. (2017). Acute memory and psychotomimetic effects of cannabis and tobacco both ‘joint’ and individually: A placebo-controlled trial
7 – Filbey, F. M., McQueeny, T., Kadamangudi, S., Bice, C., & Ketcherside, A. (2015). Combined effects of marijuana and nicotine on memory performance and hippocampal volume. Behavioural brain research, 293, 46–53.
8 – Cortés, M. E., Bernal, Y., & Orellana, R. (2019). Cannabis y el cerebro adolescente [Cannabis and the teenager’s brain]. Revista medica de Chile, 147(4), 533–534.
9 – Hurd, Y. L., Manzoni, O. J., Pletnikov, M. V., Lee, F. S., Bhattacharyya, S., & Melis, M. (2019). Cannabis and the Developing Brain: Insights into Its Long-Lasting Effects. The Journal of neuroscience : the official journal of the Society for Neuroscience, 39(42), 8250–8258.
10 – Lichenstein, S.D., Musselman, S., Shaw, D.S., et al. Nucleus accumbens functional connectivity at age 20 is associated with trajectory of adolescent cannabis use and predicts psychosocial functioning in young adulthood. Addiction 112(11):1961-1970, 2017