Bautizado con múltiples nombres como hash, kief o polen, entre otros, el hachís lleva siglos utilizándose por sus efectos psicoactivos y sus propiedades medicinales. En este artículo te contamos qué es el hachís y todo lo que necesitas saber sobre esta sustancia tan potente como interesante.
El hachís, hash o kief es una sustancia psicoactiva que se obtiene al separar la resina (tricomas), de las flores, tallos y hojas de las plantas de cannabis. Se extrae de plantas de cannabis hembra no polinizadas, ya que estas generan una mayor cantidad de resina debido a que no destinan su energía a la producción de semillas.
A pesar de que las plantas macho de marihuana también producen algo de resina, no se aprovechan para la obtención de hachís debido a que su producción es mucho menor que la de las hembras y realmente no merece la pena el trabajo. Igualmente, en otro post explicamos cómo convertir planta macho en hembra.
Lo cierto es que no se sabe con exactitud dónde y cuándo fué el primer lugar del mundo en el que se utilizaron métodos de extracción para la obtención de hachís. Sin embargo, sí que se puede hacer una pequeña aproximación si se tienen en cuenta las primeras zonas de cultivo y las fechas en las que se inició la domesticación de plantas de marihuana; esto sería Asia Central y Asia del sur (2600 años a.C.).
En tiempos modernos (1900 d.C), los principales productores de hachís han sido el Líbano, Afganistán, Nepal, Marruecos y la India. De entre todos ellos, Marruecos es el mayor productor de hachís del mundo, ya que genera tres cuartas partes del hachís a nivel mundial y lo exporta gracias a la conexión con Europa a través de España.
En los últimos años, la calidad del hachís marroquí ha cambiado debido a la introducción de genéticas de cannabis modernas (híbridos que han pasado por procesos de breeding para su mejora y estabilización), ya que estas cepas son capaces de producir mucha más cantidad de flor y tricomas que las variedades autóctonas cultivadas durante décadas.
Como ya hemos comentado anteriormente, el hachís o hash se obtiene al separar los tricomas (glándulas resiníferas), de las flores, tallos y hojas de plantas hembra no polinizadas. Para la extracción o separación de esta sustancia existen diferentes métodos, y dependiendo de cuál se lleve a cabo, el producto resultante podrá variar en cantidad, aspecto, aroma, sabor y potencia.
Uno de los puntos importantes a tener en cuenta cuando se hace hachís es la calidad de las flores, ya que si estas no han sido cultivadas, cosechadas y curadas de una forma adecuada (o la variedad no se caracteriza por ofrecer grandes cantidades de resina), la calidad del hash no será buena.
Existen varios métodos para hacer hachís, por un lado, los más tradicionales son los que se realizan “en seco”, la forma en la que se ha producido el hachís en aquellas regiones en las que esta práctica ha sido habitual durante cientos de años:
Estas dos formas de obtener hachís son las más tradicionales, aunque hoy en día se utilizan otros métodos más modernos como el uso de agua congelada; esta técnica ofrece excelentes resultados ya que la separación de tricomas es mayor, así como la cantidad final de terpenos que aportan mayor aroma y sabor. Debido a la calidad de sus resultados, esta es una técnica muy recomendable y fácil de realizar, aunque de esto hablaremos en el siguiente apartado.
Como acabamos de mencionar, existen varios métodos para elaborar hachís, debido a ello, se pueden obtener varios tipos de hachís. A continuación te explicamos cuáles son los más populares hoy en día y qué características tienen:
El consumo de hachís puede ofrecer beneficios terapéuticos siempre y cuando se haga un uso adecuado de la sustancia, ya que de lo contrario, si el consumo es abusivo y crónico, el hachís puede generar efectos secundarios negativos a largo plazo:
Sin embargo, tanto si se realiza un consumo abusivo frecuente de hachís o no, los efectos inmediatos de este pueden variar según la persona, su estado de ánimo, su peso y alimentación. En ocasiones, el consumo de dosis demasiado altas de hachís puede generar una psicoactividad demasiado potente con sensaciones desagradables, una experiencia que recibe el nombre de “amarillo”, “bajón”, “pálida” o mal “mal viaje” y que se caracterizan por sensaciones de mareo, náuseas y sudoración. Por tanto, a corto plazo los efectos secundarios del consumo de hachís pueden ser:
Muchos consumidores utilizan el alto porcentaje de cannabinoides del hachís para aliviar o tratar determinadas dolencias, ya que múltiples estudios avalan la eficacia terapéutica de los compuestos del cannabis.
Sin embargo, el hachís no es siempre una fuente fiable y limpia, esto es debido a los cortes o mezclas que puede sufrir con el objetivo de enmascarar su baja calidad y/o aumentar su peso. El consumo de hachís adulterado puede aumentar las probabilidades de sufrir algunos de los efectos secundarios comentados, e incluso, generar otros totalmente diferentes por culpa de las sustancias de corte. Por este motivo, es muy recomendable evitar obtener el hachís en el mercado negro.
Una de las principales diferencias entre el hash y el cannabis reside en la potencia. El hachís en cualquiera de sus formas contiene niveles muy elevados de THC debido a que es un concentrado de tricomas, por lo que su efecto psicoactivo, potencia y duración son mayores que los de la marihuana.
Otra de las principales diferencias entre lo que es el hachís y la marihuana reside en el aroma y el sabor, ya que el hash tiene menos calidad organoléptica debido a su menor cantidad de terpenos en comparación con los cogollos de cannabis. En la actualidad, con las técnicas de extracción y conservación que existen, el hachís consigue ofrecer una mayor concentración aromática. Sin embargo, antiguamente el hash era pobre en este sentido debido a que durante los procesos de extracción y conservación, no se tenían en cuenta las temperaturas para la conservación de los terpenos, lo que provocaba que la gran mayoría se volatilizaran por culpa del calor.
Otra diferencia entre el hash y el cannabis, y sin duda la más clara, es el aspecto. El hachís es una sustancia compuesta por tricomas, agua y un pequeño porcentaje de masa vegetal, mientras que la marihuana una vez cosechada, es una flor seca compuesta de masa vegetal y clorofila. Por otro lado, el hachís se puede presentar en diferentes formas y texturas según el método de extracción y posterior manipulación y curado, lo que aumenta aún más las diferencias visuales con respecto a los cogollos.