El cáñamo y la marihuana son dos plantas con muchas características en común. Por ello, y por la falta de información que existe sobre este tema, muchas personas a menudo las confunden. En este artículo te explicamos qué diferencias hay entre ellas y para qué se utiliza cada una.
Es un hecho muy común que algunos usuarios crean que el cáñamo y la marihuana son, en realidad, la misma planta. Y es que debido al prohibicionismo, durante décadas no ha habido mucha información disponible al respecto. Además, ambas plantas comparten rasgos similares a nivel morfológico, lo que hace todavía más confuso este tema para muchos.
En realidad, el cáñamo y la marihuana se engloban dentro de la familia Cannabis Sativa L. Sin embargo, se trata de dos variedades diferentes, con características (tanto a nivel de forma como de composición), distintas. Si bien es cierto que hace cientos años, estas dos cepas podían ser más parecidas, su domesticación por parte del hombre las ha ido diferenciando cada vez más.
¿A qué nos referimos con esto? Muy sencillo, cuando el ser humano descubrió los usos tanto del cáñamo como de la marihuana, comenzó a cultivarlas y a seleccionar aquellos fenotipos que más se ajustaban a sus necesidades. Así pues, tras cientos de años de selección, se acentuaron unos rasgos de la marihuana (niveles de THC, aroma, sabor…), muy distintos a los del cáñamo (producción de semillas, fibra, celulosa…).
Existen tres parámetros principales a través de los cuáles se puede distinguir el cáñamo de la marihuana:
El cáñamo tiene una forma “espigada”, se trata de plantas muy altas que pueden llegar a alcanzar más de 4 metros de altura. Además, sus tallos son muy largos, son plantas con poca ramificación lateral, distancia internodal muy amplia, y flores pequeñas y alargadas.
La marihuana, en cambio, desarrolla grandes racimos de flores que son en realidad su bien más apreciado, son plantas de menor estatura que no llegan a superar los 3 metros normalmente, y su ramificación lateral es mucho más extensa.
Dado que en la marihuana se han potenciado sus niveles de cannabinoides durante los procesos de breeding, estos son mucho mayores que los del cáñamo, especialmente los de THC. Además, la cantidad de terpenos que se encuentran en las flores de la marihuana es muy superior a la del cáñamo. Para entendernos, los cogollos de la marihuana provocan psicoactividad y otros efectos debido a los cannabinoides y tienen mucho más sabor y aroma que los del cáñamo, que tiene unas proporciones muy pobres en este sentido.
Mientras que el cáñamo se utiliza para obtener materias primas como la fibra o las semillas, la marihuana se usa para el consumo de sus flores ya sea para fines recreacionales o medicinales.
Comúnmente se denomina planta de cáñamo a aquellas variedades de Cannabis Sativa L. que contienen menos del 0,3% de THC, y que por tanto no producen el efecto psicoactivo que asociamos a la marihuana. Además esta planta se caracteriza por tener la morfología mencionada más arriba, que permite que se extraigan materias primas de sus tallos, etc.
La planta del cáñamo ha sido cultivada por el hombre desde hace cientos de años, de hecho, se han encontrado telas hechas con cáñamo que se remontan a 8000 años AC.
Hoy en día, se conoce a esta planta también como “cáñamo industrial” por sus variadas aplicaciones en este ámbito: producción de fibra y celulosa, aceite. Con la materia prima que se obtiene de su cultivo se fabrica papel, cuerda y textiles, entre otros.
El cáñamo es una gran fuente renovable de materiales que además resulta una alternativa sostenible y ecológica para el planeta. Entre sus usos más comunes destacamos los siguientes:
Como comentamos más arriba, el cáñamo no es solamente una fuente para fabricar materias primas, sino que también puede ser un gran aliado en nuestra dieta. El aporte nutritivo de esta planta, y sus beneficios para la salud, han hecho que muchos incluyan sus semillas y aceite en sus platos.
Desde hace unos años, la industria del cannabis ha experimentado una nueva oleada de variedades ricas en CBD que ha revolucionado el mercado. Se trata de uno de los cannabinoides principales de la composición de la planta al que no se había prestado mucha atención (pues todo el foco estaba puesto en el THC), pero que gracias a sus propiedades medicinales ha cobrado relevancia.
El CBD o cannabidiol es efectivo para el tratamiento de varias dolencias, en especial para el síndrome de Dravet, un tipo de epilepsia infantil muy agresivo. Debido a este descubrimiento, los bancos de semillas se afanaron a realizar procesos de breeding para crear nuevas variedades con altos niveles en este cannabinoide. Estas cepas, no solamente son útiles en el ámbito medicinal, sino que también ofrecen ventajas para los usuarios recreacionales, ya que el CBD modula los efectos secundarios del THC (boca seca, taquicardia, paranoia…), por lo que su efecto psicoactivo es más moderado y sostenible.
Existe mucha controversia y confusión cuando se trata de diferenciar el cáñamo de las variedades ricas en CBD. Hasta hace unos años, la diferencia en la composición de las dos plantas era clara: el cáñamo no producía apenas THC y la marihuana sí.
La irrupción de las variedades de CBD ha hecho que esto se vuelva más confuso, pues algunas cepas de marihuana de CBD contienen niveles inferiores al 1% de THC y no provocan ningún efecto psicoactivo. A estas genéticas se las llama “pure CBD”.
En algunos países, como Estados Unidos, comúnmente se denomina a las variedades ricas en CBD “cáñamo”, sin embargo, este término no es correcto. Las variedades ricas en CBD siguen siendo cepas de marihuana, la única diferencia es que no producen THC, pero su morfología sigue siendo la misma que el resto de plantas de marihuana, incluyendo la formación de cogollos voluminosos y con ricos perfiles de terpenos.
Si bien es cierto que durante los primeros años de la “Ola de CBD”, las variedades con altos niveles de cannabidiol que se lanzaban al mercado tenían un aroma muy parecido (un olor que recordaba al de la mandarina), hoy en día, gracias a los procesos de crianza y selección, existen genéticas de CBD con fragancias distintas.
Las variedades de cáñamo también producen CBD, de ahí viene la confusión. Sin embargo, la morfología de las dos plantas sigue siendo distinta, y la calidad de sus flores también. Consumir cogollos de CBD de variedades de cáñamo o de marihuana rica en CBD es muy distinto, pues los sabores y aromas son muy pobres en el primer caso.
La marihuana también pertenece a la familia de Cannabis Sativa L. aunque a diferencia del cáñamo, no se utiliza para fabricar materiales, sino para el consumo de sus flores. Sus niveles de THC han convertido a esta planta en la droga ilegal más consumida en todo el mundo. Si bien es cierto que en las últimas décadas se ha regularizado su cultivo y consumo en muchos países y Estados, aún es considerada una sustancia ilegal en la gran mayoría.
La marihuana se ha utilizado desde tiempos ancestrales:
La marihuana posee múltiples propiedades que pueden ser beneficiosas para nuestro organismo. A través de la interacción de sus compuestos con el sistema endocannabinoide de nuestro cuerpo, se activan mecanismos que pueden ayudarnos a recuperar la llamada “homeostasis”, es decir, el equilibrio de las funciones del organismo.
Por este motivo, la marihuana puede ser útil para el tratamiento de la epilepsia, el dolor crónico, el estrés prolongado, y mucho más. Incluso hay estudios que apuntan que ciertos cannabinoides como el CBD poseen propiedades útiles para el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.
Definir el marco legal del cáñamo y la marihuana a nivel global se hace difícil, pues cada país tiene sus propias regulaciones al respecto.
En cuanto a la marihuana, en los últimos años ha habido una oleada reguladora a nivel internacional, y muchos Estados y países han aprobado leyes que permiten el autocultivo y consumo de la planta. Uno de los que ha liderado este cambio de paradigma ha sido Estados Unidos, sin embargo, este es un claro ejemplo de la complejidad que entraña este tema, pues aunque la planta es legal en la gran mayoría de Estados, sigue siendo ilegal a nivel federal.
Si hablamos de cáñamo el panorama legal se vuelve más laxo, principalmente porque esta planta produce muy poco THC, por tanto se hace difícil utilizarla como droga.
A pesar de esto, el cáñamo ha estado prohibido en Estados Unidos durante décadas hasta hace muy poco, con la aprobación de la llamada 2018 farm bill, que permite el cultivo y uso de variedades de cáñamo que contengan como máximo un 0,3% de THC.
Esta ley que legaliza el cáñamo a nivel federal en el país norteamericano ha propulsado una creciente industria de todo tipo de productos derivados de CBD. Sin embargo, cuando hablamos de consumir flores de variedades “Pure CBD”, el tema se complica, pues es difícil reducir los niveles de THC de la marihuana a menos del 0,6% consistentemente; y los cogollos de cáñamo no tienen la calidad en cuanto a sabor y aroma que los usuarios esperan.
Países como Italia y Suiza, que sí permiten cepas con unos niveles de 0,6% de THC, disfrutan de flores de marihuana de CBD que se mueven en estos parámetros con perfiles aromáticos de calidad.
El futuro legal del cáñamo y la marihuana es incierto, pero todo parece indicar que a nivel internacional caminamos hacia un mercado regulado. Cómo y cuándo son las incógnitas que todavía están por resolver en una industria floreciente que cada vez se afianza más.