El clima es un factor decisivo a la hora de elegir qué variedad deberías cultivar al aire libre. Si tienes la suerte de vivir en un lugar soleado y cálido, las opciones son prácticamente ilimitadas, ya que el cannabis es una planta que adora el sol. Sin embargo, el calor y la humedad (o la falta de ella) son factores con la capacidad de truncar el desarrollo de cualquier cultivo. Y ya sea que vivas en un ambiente árido o tropical, necesitas conocer las mejores genéticas para cultivar en ese entorno.
Una cosa que aprendes rápidamente cuando cultivas o incluso cuando consumes cannabis… es que cada genética es única. Cada variedad tiene características individuales que no solo producen efectos, aromas y sabores variados, sino también distintos estilos de crecimiento. Algunas pueden ser mejores con alta humedad, mientras que otras se benefician de un aire más seco. A algunas les gustan las temperaturas más altas de lo normal, mientras que otras son más resistentes al frío.
Para muchos cultivadores de exterior, un clima cálido y soleado puede parecer el entorno perfecto para plantar cannabis, ya que es posible que puedas cultivar durante todo el año semillas feminizadas o regulares; e incluso obtener varias cosechas sucesivas de semillas autoflorecientes. Pero para una planta tan amante del agua como es el cannabis, cultivar en climas cálidos también puede suponer verdaderos desafíos.
La temperatura es uno de los principales factores que afectan al crecimiento y la producción de cannabis. La temperatura de cultivo ideal se encuentra en unos 23-25 °C. A medida que aumenta más allá de estos niveles óptimos, se vuelve cada vez más difícil que la bioquímica de la planta funcione correctamente, produciendo una disminución lenta en su salud y desarrollo.
En interior, muchos cultivadores consideran que las temperaturas de 26-29 °C ya son muy altas, siendo el límite de los 30 °C un punto que se puede propasar de forma puntual, pero que implica tomar medidas de urgencia. Sin embargo, en exterior, las plantas de cannabis pueden sufrir temperaturas superiores a los 35 °C a mediados del verano, momento en que crecimiento se vuelve muy difícil.
Demasiado calor y la planta puede experimentar lo que se conoce como estrés por calor, que puede causar toda una gama de contratiempos que pueden atrofiar el desarrollo, desde la pudrición de la raíz hasta el marchitamiento de las hojas. Esto es más evidente en las primeras etapas de la planta, donde se puede ver un crecimiento muy lento de las plántulas, con hojas que se secan y palidecen desde el principio.
Los climas cálidos son conocidos por su calor, pero también por su gran cantidad de sol. Todo el mundo sabe que las plantas de cannabis necesitan luz solar para crecer, pero demasiada luz solar también puede ser peligroso, pues puede quemarlas y atrofiar su crecimiento.
Así como mucho calor puede ser devastador para las plantas, la humedad también es peligrosa. El problema principal es que se facilita la aparición de moho, hongos y plagas en la marihuana. Muchas cepas requieren porcentajes bajos de humedad ambiental, particularmente durante la fase de floración, para producir cogollos sanos y potentes. Demasiada humedad y se corre el riesgo de dañar la planta en su etapa más crucial.
Además, a medida que la planta absorbe más agua del medio ambiente, absorbe menos del suelo rico en nutrientes. El proceso de transpiración se ralentiza, lo que lleva a una amplia variedad de problemas añadidos. Las plantas se marchitarán y sufrirán si no están diseñadas para soportar estos altos niveles de humedad.
Si cultivas en un clima árido, de mucho calor y poca humedad, es posible que no tengas que lidiar con esos problemas. Desafortunadamente, los desafíos de este escenario también son importantes.
Si el área en la que vives es cálida, además de seca, las capas superiores del suelo pueden secarse, calentarse y luego quemar las raíces de las plantas hasta matarlas. Además, si las plantas crecen en condiciones de poca humedad, beberán más agua a través de sus raíces; y si el suelo tiene muchos nutrientes, las plantas pueden absorberlos demasiado rápido y terminar quemándose por un exceso de nutrientes.
Los climas muy áridos también pueden inhibir el crecimiento de las plantas, que producen azúcares durante la fotosíntesis, pero necesitan absorber dióxido de carbono para convertir esos azúcares en energía. El dióxido de carbono se absorbe a través de los estomas (pequeños poros en las hojas de la planta) en un proceso llamado respiración. Mientras que el dióxido de carbono ingresa a la planta a través de los estomas, la humedad se va.
Si la planta crece en un aire con alta humedad relativa, la planta no perderá mucha agua. Pero si el aire está seco, la pérdida de humedad durante la respiración será significativa. Y si tu planta no tiene suficientes reservas de agua, intentará preservar su salud cerrando los estomas. A corto plazo, esto ayuda a las plantas a conservar agua. A largo plazo, ralentiza el crecimiento de las plantas y eventualmente las matará.
En general, para cultivar en este tipo de zonas con mucho calor, el primer paso es elegir semillas preparadas para un cultivo en clima cálido, ya sea seco o húmedo, que se conviertan en plantas robustas y productivas.
Afortunadamente, existen muchas cepas que se han adaptado a estos ambientes. La mayoría de ellas son predominantemente sativas, pero también hay una gran cantidad de híbridos que son perfectos. Las cepas sativas tienen una fuerte tradición de cultivo en el sudeste asiático y América Central y del Sur. Como tales, son naturalmente resistentes a las condiciones climáticas tropicales y subtropicales. Está en su ADN. Incluso existen variedades sativas tropicales específicas que proceden de África Central.
Las índicas, por el contrario, se remontan a las cálidas y secas montañas de Oriente Medio y de Asia Central, por lo que requieren condiciones de baja humedad para florecer. En suma, las sativas pueden ser más adecuadas para el calor extremo, pero las índicas pueden ser más adecuadas para climas secos más templados.
También puedes obtener una pista de su resistencia al calor a partir de cómo crece la planta. Las más sensibles al calor a menudo crecen de forma tupida y corta (aunque no siempre), con hojas que son anchas, opacas y densas, ya que no necesitan preocuparse por cosas como la evapotranspiración, por lo que pueden permitirse producir hojas que reciban la mayor cantidad de sol posible. Las plantas que pueden soportar el calor tienden a crecer altas, elásticas y con hojas más angostas, ya que la delgadez de los folíolos permite reducir la transpiración y asegura una buena ventilación en días calurosos.
La incidencia del sol también puede ser una de las causantes de una mayor presencia de THC, que actuaría como una pantalla protectora que mantiene a salvo a la planta de las excesivas radiaciones ultravioletas. De este modo, aquellas plantas que provienen de zonas más soleadas son más potentes y con efectos mucho más complejos.
Por último, las variedades autoflorecientes tienden a ser relativamente más sensibles al calor, ya que se originaron a partir de la subespecie Ruderalis, que es originaria de Siberia. Sin embargo, gracias a la hibridación, existen fantásticas autoflorecientes que puedes plantar en lugares de mucho calor.
Si cultivas en climas cálidos, tendrás que tener en cuenta cuál es la genética más adaptable al calor. En nuestro catálogo de semillas podrás encontrar muchas variedades; sin embargo, aquí te dejamos algunos ejemplos de calidad contrastada con los que dispararás sobre seguro:
Power Plant es una de las variedades de cannabis sativa más icónicas de las últimas décadas, bautizada así por su rendimiento increíble y sus efectos intensamente fuertes. Pero también por ser una genética duradera y confiable con el pedigrí genético adecuado para tolerar el clima cálido. Solo tarda alrededor de 8 semanas en florecer, lo que la convierte en una excelente opción para aquellos que desean una cosecha rápida. También puede hacer frente a los altos niveles de humedad mejor que muchas otras variedades. En concreto, BCN Power Plant es un fenotipo muy apreciado en Barcelona para obtener plantaciones XXL que producen un cannabis de potencia excepcional (+23% de THC) con un subidón de larga duración y con extraordinarios efectos afrodisíacos e introspectivos.
Esta semilla feminizada de predominancia sativa, otro icono del cannabis fruto del cruce de Skunk y Chemdawg, es adecuada para el cultivo de interior para principiantes, pero un poco de experiencia ayuda a producir sus exclusivos cogollos ricos en THC (con porcentajes que fácilmente superan el 23%), que ofrecen un sabor cítrico y terroso acompañado de sus inconfundibles toques a diesel. Uno de los mayores problemas es la altura que alcanza, y como tal, los ambientes al aire libre son los mejores para permitir que produzca sus enormes rendimientos. Su alta resistencia natural al moho y los hongos también es útil para aquellos climas más cálidos y húmedos. Aún así, puedes tomar algunas medidas de precaución para ayudar a que sea más resistente al calor, como cultivarla en macetas, para que puedas moverlas durante las olas de calor.
Si buscas cultivar cannabis en exterior cuando hace calor, las variedades Haze son una buena opción. En este caso se trata de otra planta legendaria, que crece bien en climas soleados gracias a su herencia que se remonta a Jamaica y el sur de Asia. Amnesia Haze es popular como medicina diurna, especialmente para aliviar el estrés, la fatiga, el dolor y los dolores de cabeza. También es muy querida entre los consumidores más artísticos por el subidón creativo que ofrece, gracias a un potente contenido de THC y a un aroma distintivo y especiado que se superpone con sabores cítricos intensos y a tierra húmeda. En este caso tarda un poco más en florecer y suele estar lista para la cosecha a finales de octubre.
Otra variedad muy popular entre los cultivadores que viven en climas cálidos como los que se encuentran en Australia, California o el sur de Europa, ya que su ligera dominancia índica le da una cierta resistencia a la sequía. No solo es uno de los mejores híbridos del mercado, sino que también es extremadamente fácil de cultivar. White Widow tiene un alto contenido de THC que eleva el estado de ánimo y alivia los dolores y molestias. Las colas están cubiertas de una resina espesa de color blanco que le da su nombre, mientras le otorga una mezcla de olor terroso, herbal y picante muy reconocible. Esa resina también ayuda a que esta cepa sea resistente (hasta cierto punto) a hongos, plagas y enfermedades. Sin embargo, lo mejor es lo bien que se aclimata a los descensos bruscos de temperatura, en caso de que eso suceda. Por eso la recomendamos para los cultivadores de exterior en climas cálidos, ya que se enfrentan a un menor riesgo de fracaso debido a cualquiera de esas variables.